Y es que para este fin de semana, se esperaba de que hubiesen muchísimos momentos juntos, algunos quizá inolvidables e irrepetibles, momentos que seguro nos iban a marcar. Se preveía de que Sevilla oliese a Canela y Clavo y de que también el compás de la cera, llorase ante la Gracia y Esperanza de una dolorosa que cumplía 75 años bendecida.
Unos sueños que deberían de ver comenzado el viernes, día 25, cuando María Santísima de las Angustias, estaba ya nerviosa de salir a las calles de Sevilla. Nerviosa estaba de que Sevilla viese su bella cara morena iluminada con el sol, que hasta misma ella quería. Rezaba de echo para que todo se cumpliese a raja tabla, como cada Sevillano pedía. Comenzaban a llegar los hermanos al Santuario de la Hermandad de los Gitanos, hermanos que mientras llegaban al Santuario, seguían el camino que su madre, la Reina Gitana de Sevilla, iba a seguir luego, camino de la Catedral. Unos hermanos que conforme entraban al Santuario, levantaban su mirada, su cabeza y contemplaban allí, en el altar de su templo, a su Reina, a su dolorosa. Contemplaban a María Santísima de las Angustias bajo palio, abundada de Azul Canela y Clavo, un azul canela y clavo que en horas, debería de abundar las calles de Sevilla, pero que por desgracia, no ocurrió así.
Al rededor de las 17:15 del viernes, cuando todo debería de haber comenzado, comenzaban a llegar los Hermanos. Comenzaban a llenarse las zonas cercanas al templo, algunos/as como si de una madrugada se tratase, como una madrugada de esas que de lo único que se apetece es de soñar junto a sus angustias, junto a ella.
Al rededor de las 6 de la tarde comenzaban a presagiarse algunos malos augurios en el templo y fuera de él. Se levantaba un viento bastante feo, y horroroso, lo cual hacía pensar y reflexionar a los cofrades, algunas medidas que tendrían que tomarse, si todo se torcía. A las 6 y media de la tarde, todo quedaba dicho, el hermano mayor de dicha corporación, salía a la nave principal del Santuario, para tomar la decisión que habían tomado. Comentó que hasta con 4 meteorólogos había estado estudiando la Hermandad, la posibilidad de sacar al paso de palio a las calles de Sevilla, aunque todos coincidían en lo mismo, la tarde no está para sacar a un palio a la calle, la cosa empeora a partir de las 21 Horas, y así, tomaba la decisión la Hermandad, tuvo prevención, y tomó la decisión de trasladar dicho traslado de ida, al sábado día 26 de Octubre, a partir de las 13 Horas, celebrando el domingo día 27 a las 12 de la mañana, su Solemne Pontifical y volviendo de tal forma a partir de las 16:30 Horas del domingo, una opción que aprobó mayoritariamente por los hermanos. Según el Hermano Mayor, en cuestiones así había que tener cordura, y ni si quiera querían que el aire le rozase a la Virgen, así que de forma unánime, la Junta de Gobierno tomaba la decisión de aprobar dicha medida, dejando así la medida de salir a partir de las 5 de la madrugada, totalmente descartada. Una vez tomada dicha decisión, la Hermandad tomó la decisión de abrir el Santuario durante toda la tarde para que los cofrades pudieran disfrutar de dicho paso de palio, preparado totalmente para el sábado. Incluso algunas saetas se le cantaron en el interior del Santuario, saetas que incluso arrancaban lágrimas de los fieles devotos que esperaban a la salida y que se acercaron a visitarla.
Así es, la noche en la que ni siquiera pudimos dormir, y en la que estuvimos soñando junto a ella, totalmente sin parar. Horas más tarde, llegaba la hora. A las 13 Horas, justamente se abrían las puertas del Santuario de la cofradía, para dar paso a la salida del cortejo, con los diferentes tramos de hermanos, con un número bastante elevado, que fueron los que quisieron acompañar de una forma más concreta a su dolorosa en dicho día extraordinario. Al rededor de la 1 y cuarto de la tarde, se asomaba el paso de palio por el dintel, y segundos más tarde, ya cruzaba la última pareja de varales la puerta del Santuario. Reventaba el sol ante la dolorosa, de una forma increíble, iluminando su bella cara morena. Es así como se ponía, rumbo a la Catedral, acompañada de Sevilla, y de muchísimas personas que también quisieron estar junto a ella, en tal señalado día.
Pasaban y pasaban las horas, la dolorosa encaminando calles como Sales y Ferré, Jesús de las Tres Caídas, la Cuesta del Rosario, lugares en donde solo le quedaban un destello de sol impactante, el sol que en su cara traía iluminada desde San Román. Es así que al rededor de las 16:30 Horas de la tarde, cruzaba el dintel de la puerta María Santísima de las Angustias, y fue al rededor de las 16:40 Horas cuando los costaleros del paso de palio arriaban al paso de palio en el Altar del Jubileo, para así ponerlo en lo más alto, donde se merecía. Allí la dejaban sus costaleros, a tan solo 24 Horas de volverla a coger en sus cuellos. Cuellos morados pero bien cargados, como a Alberto Gallardo le gustaba decir.
Mientras que pasaba la tarde María Santísima de las Angustias en la Catedral, y los Sevillanos/as se acercaban para contemplar su belleza, desde la Plaza Carmen Benítez, Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, emprendía el camino de ida hasta la Iglesia de Santiago, sede de la Hermandad de la Redención. Un traslado que comenzaba a partir de las 18 Horas con la salida del cortejo. Una dolorosa portada en andas por su Junta de Gobierno, fue camino de la Redención, con el rezo de su Vía Lucis. Saludando así a Iglesias como San Esteban o Los Negritos. Pasadas las 21:10 de la noche, la dolorosa llegaba a la Plaza de Nuestro Padre Jesús de la Redención, y momentos después, hacía su entrada en la Iglesia de Santiago. Donde la Hermandad de la Redención, la recibía con los brazos abiertos. Una Hermandad que no paró de trabajar en toda la noche para prepararlo todo, ya que al día siguiente la dolorosa estaba en Solemne y devoto besamanos. Un besamanos que estuvo durante toda la jornada de la mañana, pero se que interrumpió cuando a las 11:30 comenzaba la Solemne Función en honor a ese 75 Aniversario desde que era bendecida en dicho templo la imagen de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza. Un besamanos que nos dejó estampas inolvidables, el Señor de la Redención en el altar mayor con su túnica morada, como queriendo que el beso que los cofrades le daban a la dolorosa de San Roque en besamanos, también llegará al corazón del Señor de la Redención. La dolorosa, María Santísima del Rocío, se encontraba en el retablo y en la Capilla donde habitualmente suele situarse el titular, vestida ya de luto por el mes de los difuntos.
Mientras en la Catedral, Santiago Gómez Sierra, celebraba el Solemne Pontifical en honor a María Santísima de las Angustias Coronada. Un pontifical que entre otras cosas supo oler a Canela y Clavo, como hasta él mismo pronunció. Pontifical por esos 25 años que llevaba coronada, desde aquel 1988 en que Carlos Amigo Vallejo la coronase.
Pasaban y pasaban las horas. Hasta llegar al momento exacto. El momento en donde comenzaba otra vez todo. A las 16 Horas de la tarde, se abrían las puertas de la Catedral, y sí, comenzaba a salir el cortejo de la Hermandad de los Gitanos, de fondo, La Saeta, Gloria bendita escucharla por esa Agrupación de Nuestro Padre Jesús de la Salud que hacía reventar con sus sones la Plaza Virgen de los Reyes. Marcha tras marcha mientras salía el cortejo de la Hermandad, acompañado por el bacalao de muchas hermandades que habían querido estar en tan señalado día, junto esta dolorosa. Es así, que pasadas las 16:40 minutos de la tarde, justo hacía 24 Horas, la dolorosa se recogía, 24 Horas más tarde, volvía a salir a las calles de Sevilla, sonaba la marcha real, y tras ella, la marcha que todo el mundo esperaba, "Madre de los Gitanos Coronada", pieza de Abel Moreno. Un momento, una marcha, un baile de bambalinas, un paseo de belleza, que todos quisimos congelar, para que nunca terminase, para que nunca acabase. Parecía que los mismos seises la llevaba, lenta, fina, dulce, elegante, sobria, sencilla, sin pausa pero tampoco sin prisa, con elegancia y maestría, señores que esto solo se vive 1 vez, con menos cinturita, como le gustaba mandar a Alberto Gallardo, ese capataz que mientras lleva a la Virgen, solo reza por ella. Algo que más hace grande aún a este gran corresponsal de dicho martillo, un martillo que como él aseguró, es sagrado. Corpus Christi, Virgen de la Paz, Al cielo con Ella, Madrugá de Canela y Clavo, algunas composiciones que sonaban mientras que la dolorosa continuaba avanzando a los pies de la giralda y por la calle Alemanes, totalmente abarrotada para recibirla, y también disfrutar de ella.
Mientras, en la calle Santiago, todo estaba listo, y así fue, como pasadas las 5 y media de la tarde, salía la Cruz de Guía de la Hermandad de San Roque, desde la Iglesia de Santiago, y llegadas las 6 menos cuarto de la tarde, la dolorosa ya caminaba por la Plaza, buscando la calle Ave María, buscando de forma silenciosa y elegante, su vuelta a casa. Justo, a esa hora, sones Trianeros para María Santísima de las Angustias por la zona de la Avenida de la Constitución, sonaba Esperanza de Triana Coronada.
Tardó en llegar, pero al final llegó. A las 19 Horas, como estaba previsto, llegaba María Santísima de las Angustias al Ayuntamiento, a sones de Amanecer Gitano, y Sevilla Cofradiera, marcha con la que reviró y se puso delante del Ayuntamiento. Poco a poco y lentamente, daba una vuelta sobre sí misma de 360 grados, mientras que LLOVÍA EN SEVILLA, pero no de una forma cualquiera, lloraban flores de fervor para María Santísima de las Angustias, una Virgen que en ese momento Sí comenzaba a llorar, pero a llorar de emoción, de lo que Sevilla le estaba regalando, en una tarde ya más que inolvidable.
Pasan los Campanilleros, Virgen de la Palma, Rocío, algunas de las marchas que sonaron mientras que la dolorosa se paseaba por la Plaza buscando la calle Granada y la Plaza de San Francisco, con un palio que ni si quiera podía andar, de tantas y tantas personas delante, detrás de él, y en cada uno de sus costados. Todo, repleto de cofrades y devotos.
Avanzó la dolorosa por Francisco Bruna, por la Plaza del Salvador, lugares que tan solo hacían horas que la habían visto pasar, de una forma sobria, y que ahora se asomaba de una forma más tranquila, serena y elegante. Con sones de Coronación o Macarena de Cebrián. Subía a sones de Mi Amargura la Cuesta del Rosario y con Pasan los Campanilleros de nuevo.
Unos instantes antes, al rededor de las 8 menos cuarto de la tarde, Nuestra Señora de Gracia y Esperanza hacía su entrada de nuevo en su Parroquia. Acababa una tarde rápida pero inolvidable para la Hermandad de San Roque. Ya habían vuelto a casa, y ya habían conmemorado ese 75 aniversario, de la bendición de su reina.
Justo a esa hora, se caía toda la Plaza de la Alfalfa y las zonas cercanas, donde incluso con pasitos hacía detrás andaba María Santísima de las Angustias, que fina y elegante iba. Con sones entre otros de Reina de San Román, esa marcha que hasta a los niños en carritos, logró enamorar.
Pasaba Boteros, Sales y Ferré y de nuevo salía a la Plaza Cristo de Burgos, donde la policía tuvo que intervenir haciendo un cordón policial delante del paso de la Santísima Virgen para que pudiera continuar andando, por la cantidad de bullas que existían. Mientras, ella, continuaba paseándose. A ti manué, sonaba de fondo.
Cruzaba Santa Catalina y los Terceros, lugar donde le recibió la Hermandad de la Cena con mucho cariño, mientras que la dolorosa continuaba paseándose. Fue allí donde recibió la segunda de las pétalas, que hicieron prácticamente llenar los candelabros y todo el palio de flores. Flores nuevamente de fervor.
Llegaba a San Román, su antigua casa, donde se cumplía el horario de entrada, las 23:30 marcaba el reloj, pero la dolorosa seguía en la calle, paseándose mejor que nunca. Dos lágrimas se le escapaban a la Virgen tras recordar tantos años que pasó en San Román, aquellas entradas inolvidables que ya quedaron en el recuerdo de la memoria cofrade.
Siguió por Matahacas, la calle Pinto, y la zona de la calle Artemisa, donde recibiría la tercera y última pétala, por parte del Grupo Joven de la Hermandad, que hizo rebosar al paso de palio de pétalos. Ya con menos personas tras el palio, porque todos la esperaban a su entrada en San Román. Con un poco de Reina de los Gitanos llegaba a su templo.
Se espaldas a él se colocaba mientras sonaban poco a poco las marchas. Una vez detenida, para finalizar su última chicotá, sonaba una saeta de entre las personas en la Plaza, saeta que hizo llorar al Señor de la Salud en el templo, al capataz, al contraguía, al músico y todo los que allí se encontraban.
Madre de los Gitanos Coronada iba a ser la marcha que de nuevo la iba a llevar hasta casa. Es así, que pasadas las 12 y media, María Santísima de las Angustias entraba de nuevo en su Santuario, con la marcha real y con un aplauso esplendoroso tanto dentro del templo como fuera. Emoción, llantos y lágrimas.
Así acababa una jornada donde la cera lloró al compás que una dolorosa, camino de Santiago a San Roque iba, y en donde Sevilla se vio perfumada con el sabor de Canela y Clavo, que la Reina de San Román, regaló en una tarde, donde solo ella y Sevilla, pudimos contemplar. Una tarde que no se olvidará, igual que aquel beso que la abuela le dio a su nieta, cuando a la Virgen vio entrar, " Abuela que guapa va" . "¿Porqué se recoge ya?". Hija, la Virgen también duerme, y hoy soñará con nosotros, con Sevilla.
Editado por Jesús Cantos. Espero que os guste. Un abrazo.
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